El Arte de Equilibrar Metas y Vida Personal
Cuando Joaquín nació, decidí comenzar ciertos hábitos que pudiera repetir anualmente para observar su progreso en un periodo de tiempo más largo. Uno de esos hábitos fue escribir un blog anual para su cumpleaños, donde comparto mi experiencia como emprendedor y padre. Este ejercicio me ha servido mucho, ya que cada año me lleva a reflexionar sobre mi vida en lo personal, profesional y en mi rol como padre. Este último, el más reciente en mi vida, es un rol para el que nunca tuve formación y en el que cada acción o inacción tiene repercusiones enormes y a largo plazo. Con este blog, la serie llega a tres entradas, y aquí dejo los enlaces a los anteriores:
- Primer año de Joaquín: El mejor regalo que me ha dado la vida de emprendedor
- Segundo año de Joaquín: Los dividendos no siempre son monetarios
Joaquín ya tiene tres años, y claramente dejó de ser un bebé; ahora es un niño pequeño que observa e imita todo lo que hacemos, absorbiendo lo bueno, lo malo y lo feo. Hace tiempo que superé la etapa de simplemente tomar pausas en el trabajo para estar con él. Ahora, me encuentro reflexionando profundamente sobre cómo quiero manejar mi vida en relación con mi trabajo y mi papel como padre. Este balance no es algo sencillo, y he tenido que meditar bastante para tomar decisiones alineadas con mis metas personales y familiares.
He sido testigo de cómo Joaquín ha evolucionado positivamente al haber pasado el 99% de su tiempo con mi esposa, Johanna Merchán (cofundadora y CFO de Press Start Evolution), y conmigo. Sin embargo, también he notado el impacto que este estilo de vida ha tenido en mi salud, especialmente en mi salud mental. Entre las responsabilidades de dirigir Press Start, pasar tiempo de calidad con mi esposa y mi hijo, y encontrar tiempo para mí, he enfrentado un cronograma casi imposible. Esta presión me llevó a un estado elevado de ansiedad. Afortunadamente, logré encontrar un equilibrio y establecer rutinas más saludables, aunque sigue siendo un proceso diario que requiere atención constante para no retroceder.
Esta experiencia me ha llevado a cuestionar mis metas y decisiones personales. Me di cuenta de que no puedo hacerlo todo, y tuve que decidir conscientemente qué tipo de padre quiero ser. Aunque esto pueda sonar obvio, es fácil dejar que el tiempo pase y solo reaccionar. Tomar esta decisión de manera racional y consciente me está ayudando a ser mejor para mi familia y para mí mismo, definiendo metas personales y profesionales que quiero alcanzar, ya que el tiempo que tengo para lograr estas metas se acorta cada día.
A pesar de los desafíos, este proceso no es algo negativo. Al contrario, ha despertado en mí un sentido de urgencia hacia la vida, lo que me impulsa a progresar cada día. He aprendido a ser más productivo con mi tiempo, viendo avances significativos semana a semana.
En cuanto a mi relación con Joaquín, tengo claro que quiero estar presente todo lo que sea posible y, a medida que crezca, tanto como él me lo permita. Esto implica sacrificios y una planificación de vida cuidadosa para equilibrar mis metas personales y profesionales con mi tiempo con él. Por ejemplo, hubo un periodo en el que tuve que levantarme a las 3 a.m. durante varias semanas para completar un proyecto. El mayor desafío es aprender cuándo decir que no, cuándo detener proyectos y cuándo dar el 150% por lo que realmente importa. Este ejercicio me ha ayudado a enfocarme y evitar la dispersión, algo que Johanna me recuerda constantemente cuando empiezo a distraerme. ¡Gracias, Amorch!
He llegado a comprender que no existe vida bien vivida sin retos y dificultades. El verdadero arte está en elegir los retos que queremos enfrentar, en lugar de dejarnos llevar por imposiciones externas como expectativas familiares, sociales o culturales. Esta filosofía de libertad ha sido el pilar de mi vida, como mencioné en mi segundo blog. Al igual que asumí retos específicos al ser emprendedor, también estoy asumiendo los desafíos de ser un padre presente. Y así como el emprendimiento me ha dado satisfacciones, los beneficios de la paternidad han sido los más profundos y duraderos de mi vida.
Joaquín se ha convertido en un motor increíble para mí. Me inspira a integrar mis metas con su aprendizaje, como cuando nos ve hacer ejercicio y dice: “Yo también voy a hacer ejercicio”, imitando nuestros movimientos. Los niños no hacen lo que les decimos, hacen lo que nos ven hacer.
Este último año, entre los 2 y 3 años de Joaquín, he aprendido enormemente de él y de cómo las decisiones que tomamos en la vida, junto con las influencias de la sociedad, nos van moldeando. Al observarlo, puedo notar cuando algo lo ha impactado de manera positiva o negativa. También he visto como su curiosidad innata lo lleva a experimentar todo lo que ve, aunque sus intereses cambien con el tiempo. De las lecciones más valiosas que trato de aplicar en mi vida es su capacidad para pasar rápidamente de un estado de tristeza profunda a uno de alegría absoluta, algo que intento imitar a mis 41 años.
Al verlo crecer, he notado como, con pocas preconcepciones mentales, puede adquirir hábitos en apenas 2 o 3 días. Sin embargo, a medida que empieza a desarrollar preferencias y a formar hábitos influenciados por experiencias o comentarios que escucha, también comienza a mostrar pequeños sesgos. Estos, multiplicados por los años, son los que como adultos se transforman en prejuicios, limitaciones autoimpuestas o hábitos poco saludables. Este análisis ha llevado a Johanna y a mí a ser muy conscientes de los hábitos que le inculcamos, sabiendo que estos serán la base para una personalidad fuerte, segura, tierna y amorosa. En esencia, buscamos darle las herramientas necesarias para que tenga una vida exitosa en todos los aspectos.
Algo que me llena de felicidad y satisfacción es ver su progreso en actividades que requieren esfuerzo, como montar bicicleta sin rueditas, dejar el pañal, completar rompecabezas o regar las plantas. Es hermoso ver como su rostro se ilumina con estos pequeños logros, haciéndome vivirlos a través de él. Esta retroalimentación positiva me ayuda a superar los momentos difíciles, y sé que a medida que crezca habrá muchos de ambos: momentos complicados en los que nuestro apoyo será esencial, y momentos de logros donde podremos simplemente sentarnos a disfrutar su alegría.
En esta etapa de mi vida, he comenzado a definir con mayor profundidad y claridad lo que significa para mí el éxito. Conforme avanzo en esta búsqueda, voy orientando mis decisiones, mi tiempo y mis hábitos hacia esas definiciones. Una de ellas es que parte de mi éxito como padre lo mediré en qué tanto querrá Joaquín compartir conmigo cuando sea adolescente o adulto. Aunque no ato mi felicidad a esta meta, quiero construir una relación sólida que, aunque el tiempo que pasemos juntos disminuya con los años, se fortalezca con cada experiencia compartida. Mi esperanza y meta es que, aunque el tiempo sea limitado, sea de gran calidad.
A sus 3 años, he podido ver como la relación que tenemos Johanna y yo con él se ha fortalecido. Esta conexión se llena de pequeños rituales familiares y de un sentido de equipo que él ha interiorizado muy bien. Es maravilloso escucharlo ser agradecido por las cosas que hacemos por él o cuando nos dice que quiere ayudarnos a limpiar, cocinar o lavar. Uno de los momentos más especiales es cuando afirma: “Somos un gran equipo”. Esto me recuerda que ser un padre presente implica hacer todo más lento para permitirle participar, aprender y sentirse parte activa de nuestra familia.
Uno de los conceptos que más he reflexionado a lo largo de los años es la libertad. En mi segundo blog llegué a una definición que ahora complemento: “La libertad o el lujo no es tener una niñera para poder disponer de tu tiempo; es tener la flexibilidad para decidir cuándo estar con tu hijo y cuándo apoyarte en una niñera”. Esto no significa que siempre debas estar con tu hijo, sino que puedas elegir, según las circunstancias, lo que es mejor en ese momento. Me siento inmensamente afortunado de haber construido una vida que me permite esta flexibilidad. Entender que la verdadera riqueza está en el tiempo que tenemos para hacer lo que queremos es uno de los aprendizajes más valiosos que he interiorizado en esta etapa.
Todo lo que he mencionado sobre mis observaciones de Joaquín ha sido posible gracias a que he estado presente en el 99% de su vida. Aunque ha habido momentos difíciles, sé que estos recuerdos serán de los más preciados de mi vida. En 10, 20 ó 30 años, sé que miraré atrás con satisfacción y felicidad por haberlos vivido. Mi objetivo ahora es seguir mejorando cada día la manera en que estructuro mi tiempo, equilibrando mis metas personales y profesionales con mi responsabilidad y tiempo con Joaquín. Lo más importante es disfrutar el proceso: los retos, los logros y cada instante que paso viéndolo crecer y formar su mundo.
Cierro este blog recordando el título del segundo de esta serie: “Los dividendos no siempre son monetarios”. Desde que fundé Press Start hace 14 años, esta ha sido la lección más valiosa que he aprendido. Al final, lo que realmente define el éxito de una empresa no es un Excel lleno de porcentajes o cifras, sino las personas que le dan vida. Son los momentos compartidos, los valores que construimos juntos y el impacto que dejamos en quienes nos rodean lo que trasciende. Es ahí, en esas conexiones humanas, donde se encuentra el verdadero significado de lo que hacemos.